lunes, 24 de mayo de 2010

Lover mine (Capítulo IX)

Capítulo 9

VEINTE MILLAS A LAS AFUERAS DE CHARLESTON, CAROLINA DEL SUR

- Por... Dios. ¡Si que tienen árboles aquí!

Bien, eso lo resumía todo. Mientras la camioneta de enlace vía satélite del programa Investigadores de lo Paranormal se desviaba de la ruta rural SC124, Gregg Winn frenó y se inclinó sobre la manivela.

Jodidamente perfecto.

La entrada de la hacienda estaba flanqueada a ambos lados por robles del tamaño de autocaravanas y musgo español colgaba desde sus enormes ramas, meciéndose con la suave brisa. Al final del camino, casi a media milla de distancia, la mansión con sus enormes columnas, yacía hermosa como una dama en una silla mientras el sol de medio día pintaba su cara con una luz amarillo limón.

Desde la parte trasera, la presentadora de Investigadores de lo Paranormal, Holly Fleet, se inclinó.

- ¿Estás seguro de esto?
- Es un bed and breakfast ¿cierto?. Gregg pisó el acelerador. – está abierto al público.
- Llamaste cuatro veces.
- No dijeron que no.
- No te devolvieron las llamadas.
- Lo que sea. Necesitaba que esto pasara.

Los especiales de Investigadores Paranormales en horario prime estaban a punto de avanzar al siguiente nivel monetario en publicidad. Cierto, no estaban en el mismo territorio que American Idol, pero le patearon el trasero al más reciente episodio de Magic Exposed y si esta tendencia continuaba, el dinero iba a subir como la espuma.

El largo trayecto hacia la casa era como un sendero que no solamente te llevaba al interior de la propiedad, también te hacía retroceder en el tiempo. Por Dios, cuando miraba alrededor del terreno cubierto por césped esperaba ver soldados de la Guerra Civil y a las Vivien Leigh del perido pre- guerra caminado bajo los frondosos árboles.

El camino de grava llevaba a los visitantes directamente a la entrada principal y Gregg aparcó en un costado para dejar suficiente espacio para que otros automóviles pudieran pasar.

- Vosotros dos, quedaos aquí. Yo voy a entrar.

Mientras descendía del automóvil cubrió su camiseta Ed Ardí con una sudadera negra y se bajó los puños para cubrir su reloj Rolex de oro. La camioneta con el logo de una lupa sobre la sombra de un fantasma era lo suficientemente ostentosa y si duda el dueño de la casa era un lugareño. La que ocurría era que el estilo de Hollywood no era un valor añadido fuera de Los Angeles. Y este elegante lugar era lo más lejano a las cirugías y bronceadores en spray que se podía imaginar.

Sus mocasines Prada se deslizaban sobre la grava del camino mientras caminaba hacia la entrada. La casa blanca era una simple caja de tres pisos con pórticos en la primera y segunda planta y un techo de cuatro vertientes con buhardillas, pero la elegancia de las proporciones y el porte total de la maldita cosa era lo que la ponían solidamente en la categoría de mansión. Y para coronar la rutina de gran dama, todas las ventanas estaban enmarcadas desde el interior por cortinas del color de piedras preciosas, y a través de los vidrios, podía ver las lámparas de cristal que colgaban de los altos techos.


Era un gran Bed and Breakfast.

La puerta principal era lo suficientemente grande para pertenecer a una catedral y la aldaba tenía la forma de la cabeza de un león que parecía casi de tamaño real. Levantó el peso y lo volvió a dejar caer en su lugar.

Mientras esperaba, se aseguró que Holly y Stan estuvieran donde el los dejó. Lo que menos necesitaba ahora eran refuerzos cuando estaba en lo que calificaba como una llamada de ventas, especialmente cuando el “ hola-mi-nombre-es” no era bienvenido aquí. Y la verdadera era que, si no hubiesen estado en un caso en Charleston, tal vez no hubiese intentado este cara a cara, pero para un recorrido de media hora que ni siquiera los desviaba de su camino, valía el esfuerzo. No tenían que empezar con las preparaciones para el especial en Atlanta hasta dentro de un par de días, así que había tiempo para esto. Mas aún, él mataría por..

La puerta se abrió ampliamente y tuvo que sonreí rante lo que vio al otro lado. Tío... esto se ponía cada vez mejor. El hombre tenia “mayordomo inglés” escrito por todas partes, desde sus zapatos relucientes hasta su chaleco y su chaqueta.

- Buenas tardes, señor. -Y tenia un acento... no era británico ni francés. Era como de la clase alta europea. – ¿En qué puedo ayudarlo?

- Gregg Winn. Estiró su mano. Creo que los he llamado un par de veces, no estoy seguro si recibieron los mensajes.

La sacudida de mano del mayordomo fue rápida.

- Efectivamente.

Gregg espero a que el hombre continuara, pero cuando nada paso, aclaró su garganta.

- Ah... esperaba que nos permitieran hacer algunas investigaciones en su adorable casa y terrenos. La leyenda de Eliahu Rathboone es extraordinaria, quiero decir... los informes por parte de sus huéspedes son asombrosos mi equipo y yo...

- Permítame interrumpirlo. No habrá nada de Filmaciones y grabaciones en...

- Podríamos pagar.

- ... los terrenos. El mayordomo sonrió estrechamente. – estoy seguro de que puede entender que preferimos nuestra privacidad.

- Sinceramente, no. ¿Cuál seria el daño al permitirnos fisgonear?. -Gregg bajó su voz y se inclinó hacia delante. – A menos que sean ustedes los que hacen las pisadas en mitad de la noche o suspendan una vela con hilo de pescar en las habitaciones.

La cara del mayordomo no cambió, pero se sentía su desdén.

- Creo que debe irse. -No era un comentario, tampoco una sugerencia, era una exigencia. Pero que se joda, Gregg había tratado con cosas mas rudas que un afeminado en traje de pingüino.

- Sabe, debe tener muchos visitantes a raíz de las historias de fantasmas. -Gregg bajó aun m.as su voz. – Nuestra audiencia es enorme. Si ahora cree que tiene muchos visitantes, imagínese lo que podría hacer por su negocio si aparecieran a nivel nacional. Incluso si están inventando el asunto de Rathboone, podemos trabajar juntos, en lugar de trabajar contra ustedes. Si sabe a lo que me refiero.

El mayordomo retrocedió y comenzó a cerrar la puerta.

- Buenos días, señor.

Gregg puso su cuerpo para evitar que la puerta se cerrara. Incluso si no hubiese querido investigar tanto las historias, no le gustaba que le dijeran que no. Y como era usual, esta situación incrementó su interés mucho mas.

- Entonces nos gustaría pasar la noche aquí, estamos trabajando en los alrededores, en sitios de la Guerra Civil. Y necesitamos un lugar donde quedarnos.

- Me temo que no tenemos sitio.

En ese momento, como un regalo de Dios, una pareja descendía la elegante escalera, con su equipaje en la mano. Gregg sonrió mientras miraba por encima del hombro del mayordomo.

- A mí me parece que sí. -Cambiando entre su amplio abanico de personalidades, puso su mejor expresión de “no-voy-a-causar-problemas.” – Lo entiendo, no es no. Así que no grabaremos nada, ni audio ni video. Lo juro por la vida de mi abuela.

Levantando su mano a modo de saludo, dijo alzando la voz.

- Hola chicos, ¿disfrutaron su estancia?.
- ¡Por Dios fue increíble! -Dijo la novia, esposa, aventura pasajera o lo que sea. – ¡Eliahu es real!

El novio, esposo, ligue asintió.

- No le creía, me refiero a ¿fantasmas? Si como no, pero si lo escuche.

- Vimos la luz también. ¿Has escuchado algo sobre la luz?


Gregg puso su mano sobre su pecho en shock.

- No ¿qué luz? Cuéntenmelo todo.

Mientras se lanzaban en un relato detallado de todas las “ cosas increíblemente maravillosas” que eran “increíblemente maravillosas de presenciar” durante su “ increíblemente.....”, los ojos del mayordomo se entrecerraron. Claramente sus modales sobrepasaban sus ganas de matar, mientras se apartaba para permitirle a Gregg que se juntara con la pareja que se marchaba. Pero la temperatura del vestíbulo se volvió demasiado fría.

- Espera, esa es... el hombre frunció el ceño y se inclino hacia el lado. – por Dios, ¿estás con ese programa?

- Investigadores Paranormales. Gregg completó. – soy el productor.

- ¿La presentadora? El hombre miró a su chica. - ¿Está ella aquí también?

- Así es. ¿Quieres conocer a Holly?

El hombre puso su maleta en el suelo y arregló un poco su camiseta polo.

-Si ¿podría?

- Ya nos íbamos. Dijo su otra mitad. - ¿cierto Dan?

- Pero si tengo... tenemos la oportunidad de...

- Irnos ahora, estaremos en casa al anochecer. Se volvió hacia el mayordomo. – gracias por todo, Sr. Griffin. Hemos tenido una estancia maravillosa.

El mayordomo se inclinó con gracia.


- Por favor, vengan nuevamente, señorita.

- Oh, lo haremos, este va a ser el lugar perfecto para nuestra boda en septiembre. Es increíble.

- Simplemente increíble. Dijo su prometido, como si quisiera congeniarse con ella.
Gregg no insistió en la presentación con Holly mientras la pareja salía, incluso el hombre se detuvo y miró por encima de su hombro como si estuviera esperando que Gregg los siguiera.

- Iré a buscar nuestro equipaje. Le dijo Gregg al mayordomo. – y usted puede preparar nuestras habitaciones. Sr. Griffin.

El aire alrededor del hombre pareció cambiar.

- Tenemos solo dos habitaciones.

- Eso esta bien. Y por que puedo decir que usted es un hombre con valores, Stan y yo nos quedaremos juntos. Por decoro.

Las cejas del mayordomo se elevaron.

- Así es. Si usted y sus amigos son tan amables de esperar en la sala de estar, a su derecha. Yo le diré a las mucamas que preparen sus habitaciones.

- Fantástico. Gregg le puso la mano en el hombro. – ni siquiera sabrá que estamos aquí.

El mayordomo retrocedió

- Una advertencia. Si me lo permite.

- Dígame

- No suban al tercer piso.

Bien si eso no era una invitación... y una línea sacada de Scream.

- Absolutamente. Lo juro.

El mayordomo salió del vestíbulo y Gregg se asomó por la puerta principal llamando a su equipo. Cuando Holly bajo de la camioneta, sus pechos talla doble D, rebotaron debajo de la camiseta negra que estaba usando, y sus jeans Seven eran de tiro tan corto que mostraba parte de su estomago plano y bronceado. Él la contrató, no por su inteligencia sino por su cuerpo de Barbie, y aun así había probado ser más de lo que él esperaba. Como muchos idiotas, ella no era completamente estúpida, solo en gran parte, y tenía una escalofriante habilidad para posicionarse donde mas la beneficiaba.

Stan corrió el panel lateral de la camioneta y bajó pestañeando, apartó de su cara el largo y desordenado pelo. Perpetuamente drogado. Era la persona perfecta para esta clase de trabajo: Técnicamente adepto, pero dócil hasta el punto en que aceptaba bien las ordenes. La ultima cosa que Gregg quería era un artista manejando la cámara.

- Traigan el equipaje. Les gritó Gregg. Lo que era el código para”traigan no sólo sus bolsos sino también el equipo a pequeña escala”

Este no era el primer sitio donde había tenido que convencer a alguien para que los dejaran entrar.

Mientras volvía a entrar, la pareja que se había marchado se alejaba en su convertible Sebring, el hombre miraba a Holly inclinándose en la camioneta en lugar de mirar el camino por donde iba.


Ella solía tener ese efecto en los hombres. Otra razón más para mantenerla cerca. Bueno, eso y el hecho de que ella no tenia problemas con el sexo casual.

Gregg entró a la sala de estar y miro lentamente alrededor. Los oleos eran de la misma calidad que los de un museo, las alfombras eran Persas, las paredes estaban pintadas a mano con escenas pastorales. Había candelabros de plata fina en cada superficie y ni un solo mueble había sido fabricado durante el siglo veintiuno o veinte... o talvez ni siquiera durante el siglo diecinueve.

El periodista apareció y dijo para sí. Los Bed and Breakfast, incluso los de primera categoría no estaban equipados de esta forma. Así que algo pasaba aquí. Era eso o la leyenda de Eliahu estaba poniendo muchas cabezas sobre esas almohadas cada noche.

Gregg se acercó a uno de los retratos mas pequeños. Era de un joven en la mitad de sus veinte, y pintado en otra época, en otro lugar. El sujeto estaba sentado en una silla de respaldo duro, sus piernas cruzadas en las rodillas, sus elegantes manos estaban hacia un lado. El cabello oscuro hacia a tras y amarrado con una cinta, revelando una cara alucinante. La ropa era... bien, Gregg no era un historiador así que quien mierda sabía, pero mas que seguro, que usaba algo que George Washington y sus contemporáneos habían usado.

Este era Eliahu Rathboone, pensó Gregg. El abolicionista secreto que siempre había dejado una luz encendida para animar a aquellos que necesitaban escapar a venir acá... el hombre que había muerto para proteger una causa incluso antes que esta se asentara en el norte... el héroe que había salvado a muchos, sólo para ser asesinado en la flor de su vida. Este era el fantasma que buscaban.

Gregg hizo un marco con sus manos e hizo una vista panorámica de la habitación antes de centrarse en esa cara.

- ¿Es él? La voz de Holly llegó desde atrás. - ¿realmente es él?

Gregg sonrió sobre su hombro su cuerpo estremeciéndose positivamente.

- Y yo pensé que las fotos de Internet eran buenas.

- Él es... hermoso.

Y también lo eran su historia, su casa y toda esa gente que se iba de aquí hablando sobre las apariciones.

Que se joda el viaje al asilo en Atlanta, este era su próximo especial en vivo.

- Quiero que trabajes en el mayordomo. Gregg dijo suavemente. – ya sabes a lo que me refiero. Quiero acceso a todo.

- No voy a dormir con él. Mi limite es la necrofilia y ese hombre es mas viejo que Dios.

- ¿Te pedí que lo hicieras? Hay otras formas. Y tienes esta noche y mañana. Quiero hacer el especial desde aquí.

- ¿Te refieres a...?

-Transmitiremos en vivo desde aquí dentro de diez días. Caminó hacia las ventanas que daban hacia el sendero de árboles, y con cada paso que daba, la madera del suelo sonaba.

Daytime Emmys, aquí vamos. Pensó Gregg.

Jodidamente perfecto.

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