domingo, 23 de mayo de 2010

Lover Mine (Capítulo VIII)

Capítulo 8

1671, PRIMAVERA, EL ANTIGUO PAIS

Darius se materializo en el claro de un espeso bosque, tomando forma junto a la entrada de una cueva. Mientras escaneaba la noche, escuchando cualquier sonido que digno de notar… había un venado trotando alrededor abajo en un tranquilo riachuelo, y la brisa susurrando a través de las agujas de pino, y podía oír su propia respiración. Pero no había humanos o lessers.
Un momento mas… y se deslizo a través de la abertura de la roca y camino en el cuarto natural formado hacia eones. Mas profundo y profundo fue, el aire haciéndose denso con un olor que el despreciaba: La musgosa tierra y la fría humedad le recordaban el campamento de guerra – y aunque estaba fuera del infernal lugar por veintisiete años, las memorias de su tiempo con Bloodletter eran suficientes para hacerlo retroceder aun ahora.
El la pared mas lejana, corrió sus manos por la humedad, roca dispareja hasta que encontró la manija de hierro que liberaba el mecanismo de cerradura oculto de la puerta. Hubo un chirrido amortiguado mientras las bisagras giraban y luego una porción e la cueva se deslizaba a la derecha. No espero a que el panel se deslizara por completo, sino que entro en cuanto pudo meter su grueso pecho en lateral. En el otro lado, golpeo una segunda palanca y espero hasta que la sección estuvo segura de nuevo en el lugar.
El largo pasillo hacia en sanctus sanctorum de la Hermandad estaba iluminado con antorchas que ardían ferozmente y arrojaban unas fuertes líneas de sombras que se sacudían y espasmaban en el rudo piso y techo. Estaba más o menos a medio camino cuando las voces de sus hermanos alcanzaron sus oídos.
Claramente, había muchos de ellos en la reunión, dada la sinfonía de tonos bajos masculinos que saturaban y competían por el espacio aéreo.
Probablemente era el ultimo en llegar.
Cuando llego a la puerta de barrotes de hierro, tomo una pesada llave del bolsillo de su pecho y la empujo en el cerrojo. Abrirse camino requería fuerza, incluso para el, la enorme puerta se columpiaba de su ancla solo si el que buscaba entrar podría probarse digno de forzarla ampliamente.
Cuando descendía por el amplio espacio abierto profundo en la tierra, la Hermandad estaba toda ahí y, con su aparición, la reunión comenzó.
Mientras tomaba lugar junto a Ahgony, las voces se silenciaron y Wrath el Justo miro la asamblea. Los Hermanos respetaban al lide4r de la raza, incluso si no era un guerrero entre ellos, por que el era un regio macho de valía cuyo sabio consejo y prudente moderación eran de gran valor en la guerra contra la Lessening Society.
“Mis guerreros,” dijo el rey. “Me dirijo a ustedes esta noche con lúgubres noticias y una petición. Un emisario doggen vino a mi casa privada durante la luz del dia y solicito una audiencia personal. Después de rehusarse a presentar su causa a mi propio vigilante, se quebró y lloro.”
Mientras los claros ojos verdes del monarca veían los rostros, Darius se pregunto a donde se dirigía esto. A nada bueno, pensó.
“Fue entonces que intercedí.” Los parpados del rey descendieron brevemente. “el amo del doggen lo había enviado delante de mi con la peor noticia posible. La hija no emparejada de la familia esta desaparecida. Habiendo tomado un retiro temprano, todo parecia bien con ella hasta que su criada le llevo un poco de comida en caso de que estuviera de humor de sustancia. Su cuarto estaba vació.”
Ahgony, el líder de la Hermandad, hablo. “¿Cuándo fue vista la ultima vez?”
“Antes de la ultima comida. Fue con sus padres y el informo que no tenia apetito y que requería recostarse.” La mirada del rey continúo en redondo. “Su padre es un macho correcto quien ha prestado a mi favores personales. De gran pesar, de cualquier modo, es el servicio que ha ofrecido a la raza con un todo como leahdyre del el Consejo.”
Mientras las maldiciones hacían eco en la cueva, el rey asintió. “En verdad, es la hija de Sampsone.”
Darius cruzo sus brazos sobre el pecho. Estas eran muy malas noticias. Las hijas de la glymera eran como joyas finas para sus padres… hasta ese tiempo mientras eran pasadas al cuidado de otro macho de sustancia, que la trataría como lo que era. Estas hembras eran vigiladas y encerradas… Ellas no solo desaparecían de las casas de sus familias.
Podían ser tomadas, sin embargo.
Como todas las cosas de la rareza, las hembras de buena cuna eran altamente valuadas – y como siempre cuando se trataba de la glymera, el individuo eran menos importante que la familia: Rescates eran pagados no para salvar su vida, sino la reputación de su línea de sangre. Sin duda, no era algo inaudito – para que tal hembra virginal fuera abducida y cautiva por dinero, la sola influencia siendo terror social.
La Lessening Society no era la única fuente del mal en el mundo. Los vampiros eran conocidos por depredar entre los suyos.
La voz del rey resonó en la cueva, profunda y demandante. “Como mi guardia privada, espero proporcionen una reparación a esta situación.” Esos ojos reales miraron a Darius. “Y hay uno entre ustedes a quien debo pedir que vaya y corrija este error.”
Darius hizo una reverencia antes de que la petición fuera hecha. Como siempre, estaba totalmente preparado para realizar cualquier deber por su rey.
“Gracias, mi guerrero. Tus relaciones de estado serán de valor bajo el techo de ese ahora roto hogar, como lo será tu sentido de protocolo. Y cuando descubras al malhechor, confió en tus habilidades para asegurar la propiedad… logro. Aprovecha a aquellos que están hombro con hombro contigo y, sobre todo, encuéntrala. Ningún padre tiene que cargar este vació horror.”
Darius no podía estar más de acuerdo.
Y era una sabia asignación hecha por un sabio rey. Darius era un hombre de estado, cierto. Pero tenía un compromiso peculiar con las hembras después de haber perdido a su madre. No es que los otros Hermanos no se dieran a si mismos son dedicación similar – excepto por Hharm, tal vez, que tenia mas bien veía con malos ojos a una de hembra de valía. Pero Darius era el único que sentiría esta responsabilidad y el rey no era nada si o calculador.
Dicho esto, iba a necesitar ayuda y miro alrededor a sus hermanos para determinar a quien elegiría, tamizados a través de las sombras, ahora rostros familiares. Dejo de buscar cuando vio un rostro extraño entre ellos.
A través del altar, el Hermano Hharm estaba junto a un joven, una versión mas delgada de el. Su chico tenía cabello oscuro y ojos azules en la manera el padre, y compartía el potencial de los hombros anchos y el amplio pecho que era característico de Hharm. Pero ahí terminaba la similitud. Hharm estaba descansando con una insolente inclinación contra la pared de la cueva – lo cual no era una sorpresa. El macho prefería el combate a la conversación, no teniendo un poco tiempo y capacidad de atención de sobra para el segundo. El niño, de todos modos, estaba comprometido al punto de transfixión, sus inteligentes ojos se mantenían en el rey por temor.
Sus manos estaban detrás de su espalda.
A diferencia de su rara apariencia de calma, estaba retorciendo esas manos donde nadie pudiera verlas, el movimiento en lo alto de sus antebrazos desmentía su oculto nerviosismo.
Darius podía entender como se sentía el chico. Después de esta encomienda, todos y cada uno de ellos iba a salir al campo y el hijo de Hharm seria probado por primera vez contra el enemigo.
No estaba propiamente armado.
Directo del campamento de guerra, sus armas no eran mejores de que habían sido las de darius… solo más de la chatarra de Bloodletter. Lo que era deplorable. Darius no había tenido un padre para que los proveyera, pero Hharm debía de haber cuidado de su muchacho, dándole instrumentos bien balanceados, bien hechos que fueran tan buenos como los suyos.
El rey levanto sus brazos y miro hacia el techo. “Que la Virgen Escriba cuide de aquellos reunidos aquí con toda la gracia y bendición mientras sus soldados de valor salen a los campos de conflicto.”
El grito de guerra exploto de los Hermanos, y Darius se unió con todo su aliento, el estruendo haciendo eco y reverberando y continuando mientras un canto empezó. Mientras en atronador sonido se elevaba más y mas, el rey sostuvo su palma en alto a un lado. De las sombras, el joven heredero del trono se adelanto, su expresión mucho más vieja que sus siete años. Wrath, hijo de Wrath, era, como Tohrment, la misma imagen de su padre, pero ahí la comparación entre el par terminaba. El rey regente era sagrado, no solo para sus padres, sino para la raza.
Este pequeño macho era el futuro, el líder venidero… evidencia de que a pesar de los esfuerzos cometidos por la Lessening Society, los vampiros sobrevivirían.
Y no tenía temor. Considerando que muchos se hubiera encogido tras de su padre cuando encaraba un solo Hermano, el joven Wrath estaba de pie solo, mirando a los machos frente a el como si supiera, independientemente de su tierna edad, que comandaría las fuertes espaldas y brazos combatientes de estos ante el.
“Vayan, mis guerreros,” dijo el rey. “Vayan y blandan las dagas con intento letal.”
Cosas sangrientas que decir enfrente de oídos tiernos, pero en medio de la guerra, no había ventaja en proteger a la siguiente generación de realeza. Wrath, hijo de Wrath, nunca estaría a fuera en el campo – era demasiado importante para la raza – pero podía ser entrenado para que pudiera apreciar lo que los machos bajo su autoridad estaban enfrentado.
Mientras el rey miraba hacia abajo a su problema engendrado, los ancianos ojos se cubrieron con orgullo y alegría y esperanza y amor.
Cuan diferente eran Hhram y su hijo. Ese joven estaba a un lado de su padre de sangre, pero por toda la atención que le era prestada, podría haber estado parado junto a un extraño.
Ahgony se dirigió hacia Darius. “Alguien necesita vigilar a ese chico.”
Darius asintió. “Aye.”
“Lo saque del campamento de guerra esta noche.”
Darius miro hacia su hermano. “¿Sin duda? ¿Dónde estaba su padre?”
“Entre las piernas de una criada.”
Darius maldijo por lo bajo. En verdad, el Hermano era de constitución bruta en aras de su crianza y cortesía de sus bajos instintos, había de tenido hijos al por mayor, lo que habría explicado aunque ciertamente no hubiera excusado su falta de tacto. Claro, sus otros hijos no eran elegibles para la Hermandad por que sus madres no eran de sangre Elegida.
Como fuera, Hharm parecia no estar preocupado.
Mientras el pobre chico estaba de pie tan separado, Darius recordó bien so propia primera noche en el campo: como había estado atado a nadie… cuanto había temido encarar al enemigo con nada sino su ingenia y el poco entrenamiento que tenia para fortificar su coraje. No era que los Hermanos no les importara la manera en la que le iba. Pero habían tenido que cuidar de si mismos y el tenia que probar que podía mantenerse.
Esta joven macho claramente estaba en el mismo predicamento – era solo que el tenia un padre que debería haber facilitado el camino.
“Que estés bien, Darius,” dijo Ahgony mientras los reales iban entre los Hermanos, chocando palmas y preparando para irse. “Voy a escoltar al rey y al príncipe.”
“Que estés bien, mi hermano.” Los dos se abrazaron rápidamente y luego Ahgony se uno a los Wraths y salio con ellos de la cueva.
Mientras Tohrture se ponía de pie y comenzaba a proporcionar territorios para la noche, las parejas se comenzaron a formar y Darius miro entre las cabezas al hijo de Hharm. El chico había desaparecido atrás contra la pared y esta parado tieso, aun con esas manos en su espalda. Hharm parecía desinteresado en nada más que la hiperbola de comercio con los otros.
Tohrture puso dos dedos en su boca y chiflo. “¡Mis hermanos! ¡Atención!” la cueva cayo en silencio sepulcral. “Gracias. ¿Estamos claros en territorios?”
Hubo una afirmación colectiva y los hermanos comenzaron a salir – Hharm ni siquiera miro a tras a su hijo. Solo fue a la salida.
En la estela, el chico trajo sus manos al frente y froto una contra la otra. Dando un paso al frente, dijo el nombre de su padre una vez… dos.
El Hermano se dio la vuelta, su expresión como cuando confrontabas una obligación desagradable. “Bien, vamos, luego –“
“Si puedo,” dijo Darius, poniéndose entre ellos. “Seria mi placer tenerlo a el ayudándome en mi deber. Si no ofende.”
La verdad era, que no le importaba si ofendía. E chico necesitaba más que lo que su padre podía darle y Darius no era la clase de indiferente mientras un mal se desplegaba.
“¿Crees que no puedo cuidar de mi sangre?” espeto Hharm.
Darius giro hacia el macho y se puso nariz-con-nariz con el. Prefería negociaciones pacificas cuando venia el conflicto, pero con Hharm no había razonamiento. Y Darius estaba bien dotado para encontrar fuerza con fuerza.
Mientras la Hermanada se congelaba alrededor de ellos. Darius bajo la voz aunque toda la asamblea podía oír cada palabra. “Dame al chico y lo entregare completo el amanecer.”
Hharm gruño, el sonido como de un lobo ávido de sangre fresca. “Como yo, hermano.”
Darius se inclino mas cerca. “Si lo sacas a pelear, y muere, cargaras con esa pena en tu linaje por siempre.” Aunque la verdad es que era difícil creer que la conciencia del macho será afectada. “Dámelo a mi y te ahorrare esa carga.”
“Nunca me has gustado, Darius.”
“Y aun así en el campamento estabas mas que dispuesto a servir aquellos que vencí.” Darius descubrió sus colmillos. “Dado cuando disfrutabas eso, debo pensar que me tenias en mayor estima. Dicho esto – si tu no me permites vigilar al chico, te derribaré en este piso a nuestros pies y te golpeare hasta cedas ante mi.”
Hharm perdió contacto visual, levantando su mira sobre el hombro de Darius mientras el pasado succionaba hacia atrás al Hermano. Darius supo el momento al que había sido llevado. Fue la noche en que Darius había ganado contra el en el campamento – y como Darius se había negado a redirigir la deficiencia, Bloodletter lo habida hecho. Brutal era una pálida palabra para describir esa sesión, y aunque Darius estaba poco dispuesto de traerlo a relucir, la seguridad del muchacho era digna de los indignos medios.
Hharm sabia quien ganaría en un concurso de puños.
“Tómalo,” dijo el macho llanamente. “Y has tu voluntad con el. Por esto renuncio a el como mi hijo.”
El Hermano pivoteo, se dirigió hacia fuera…
Y tomo todo el aire de la cueva con el.
Los guerreros lo vieron irse, su silencio mas ruidoso que lo había sido el grito de guerra. Negar la descendencia era la antitesis de la raza, tanto como la luz del sol seria para una comida familiar: era la ruina.
Darius fue hacia el joven macho. Esa cara… querida Virgen Escriba. La cara congelada gris del niño no era triste. No era descorazonada. No era siquiera apenada.
Sus rasgos eran una verdadera mascara de muerte.
Sacando su palma, Darius dijo, “Saludos, hijo. Soy Darius, y funcionare como tu whard de pelea.”
Los jóvenes ojos parpadearon una vez.
“¿Hijo? Vamos a los acantilados.”
Abruptamente, Darius fue sujeto a una afilada revisión; el chico estaba claramente buscando signos de obligación y lastima. No encontraría ninguna, aun así. Darius sabia con precisión la tierra seca y dura donde estaban las botas del muchacho, por lo tanto sabia que cualquier clase ternura de solo resultaría en mayor desgracia.
“Porque,” llego roncamente una pregunta
“Vamos a ir a los acantilados para encontrar a la hembra.” Dijo Darius con clama. “Ese es el porque.”
Los ojos del chico vieron aburridamente a Darius. Luego el chico coloco su mano sobre su pecho. Con una reverencia, dijo, “Me esforzare para estar al servicio en vez de ser un peso.”
Era tan difícil no ser querido. Mas difícil aun que mantener la cabeza en alto después de tal lujo.
“Cual es tu nombre,” pregunto Darius.
“Tohrment. Soy Tohrment, hijo de…” carraspeo. “Soy Tohrment.”
Darius dio un paso al lado del macho y puso su palma en su hombro que no había alcanzado todo su potencial.
“Ven conmigo.”
El chico siguió con propósito… fuera de la audiencia de la Hermandad… fuera del santuario… fuera de la cueva… en la noche.
El giro en el pecho de Darius apareció en algún momento entre ese paso inicial hacia delante y el momento en que se desmaterializaron juntos.
En verdad sintió como si tuviera una familia propia por primera vez… porque aun que el chico no era suyo de sangre, el había asumido cuidarlo.
Por consiguiente, iría antes de que una hoja intentara contra el joven si tenia que hacerlo, sacrificándose el mismo. Tal era el código de la Hermandad – pero solo hacia los hermanos. Tohrment no estaba aun entre ellos: el era un iniciado por virtud de su sangre, lo que le daba acceso a la Tumba, y nada más. Si fallaba en probarse a si mismo, seria proscrito para siempre.
Sin duda, por todo el código requerido, el chico podía bien ser asesinado en el campo y dejado por muerto.
Pero Darius no permitiría eso.
Siempre había querido un hijo propio.

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