domingo, 23 de mayo de 2010

Lover mine (Capítulo VII)

Capítulo 7

Mierda, estaban perdiendo la oscuridad.
Mientras John miraba su reloj, el comprobar la hora era una perdida de tiempo. La picazón en sus ojos le decía todo lo que necesitaba para saber cuan poca noche quedaba.
Incluso la promesa de la luz del dia era suficiente para hacerlo parpadear rápido.
Luego de nuevo, la actividad en el Xtreme Park era serpenteada por la tarde, los drogados rezagados poniéndose en vertical en las bancas o escondiéndose en los baños públicos por tomar una última calada. A diferencia de los otros parques de Caldwell, este estaba abierto las veinticuatro horas los siete dias de la semana, con luces fluorescentes en altos palos iluminando todo el lugar. Era difícil saber en qué habían estado pensando los planeadores de la ciudad sobre el asunto del negocio redondo – por que esto era lo que teníamos aquí. Negocio redondo. Con todas las drogas cambiando de manos, el lugar era como un bar lejos de los bares de Trade.
Aunque, sin lessers. Sólo humanos traficando con humanos quienes usaban las sombras.
Aun así, era prometedor. Si Lash no se había infiltrado aun en la zona, lo iba a hacer. Aun con los policías haciendo sus ideales patrullajes en sus coches marcados, había mucha privacidad y mucha notoriedad. El parque estaba a la vista como una enorme terraza, los hoyos en la tierra alternando con rampas y saltos. La línea del fondo permitía a la gente ver al DPC venir y esconderse detrás o en toda clase de refugio.
Y, hombre, estaban bien entrenados. Desde su punto de ventaja detrás del cobertizo, él y sus muchachos lo habían visto pasar una y otra vez. Te hacia pensar por que el DPC no mandaba agentes encubiertos o se infiltraban.
O tal vez ya estaban haciendo eso. Tal vez había otros que, como John, eran invisibles a la multitud. Bueno, no exactamente como e¡él y Qhuinn y Blay. No había manera en que incluso un bien entrenado y condecorado miembro del DPC se presentara con nada – que era lo que John y sus amigos habían estado haciendo las ultimas tres horas. Cada vez que alguien pasaba, ellos limpiaban su memoria.

“¿Vamos a cazar fantasmas?” pregunto Qhuinn.
John miro hacia arriba al cielo brillante y se dijo a si mismo que en aproximadamente trece horas esa maldita lámpara de calor del sol iba a volver a envolverse y ellos podrían regresar de nuevo a su pequeño escondite y esperar.
Maldita sea.
“¿John? Vámonos.”
Por una décima de segundo casi derriba la cabeza de sus amigos, sus manos listas para volar: jodete-no-eres-mi-niñera.
Lo que lo detuvo fue el hecho de que esperar aquí no iba a traerles a Lash, y gritarle a Qhuinn no iba a hacerlos acercarse más a la pista.
Asintió una vez y dio un último vistazo. Había un solo narco que parecía ser el rey del show. Su apoyo estaba en el centro de la rampa, lo que significaba era inteligente – podía verlo todo en el parque, de las lejanas esquinas del camino donde los policías iban y venian hasta el lugar donde se encontraba.
El chico parecía tener diecisiete o dieciocho y sus ropas ocultaban sus formas lo que formaba parte del estilo de patinador, y también probablemente resultado de lo que había vendido. Se veía como si necesitara que lo lavaran con un cepillo para coche un par de veces, pero estaba alerta y era inteligente. y parecía que trabajaba solo. Lo cual era interesante. Para dominar el territorio de la droga, usualmente el narco en cuestión tenia refuerzos para respaldarlo – de otra manera podría ser asaltado por su producto o por el dinero. Pero este joven chico… estaba solo todo el tiempo.
Podía ser que tuviera a alguien oculto en las sombras, o que estuviera a punto de ser tomado.
John se puso de pie de donde había estado esperando y asintió a sus chicos. Vamos.
Cuando tomó forma de nuevo, la grava crujía bajo sus botas mientras su peso se volvía real y una reavivante brisa lo golpeaba en la cara. El patio trasero de la mansión de la Hermandad estaba era delimitado por el flanco frontal de la casa y los altos hombros del muro de vigilancia de veinte metros de alto que rodeaba la propiedad. La fuente de mármol blanco en el medio ya estaba llena y funcionando desde los meses calidos y la media docena de autos que estaban estacionados en fila estaban esperando la acción también.
El susurrante sonido de los componentes bien aceitados funcionando le hizo levantar su cabeza. En descenso coordinado, las cortinas de hierro estaban bajando sobre las ventanas, los paneles desplegándose y cubriendo los ventanales de vidrio emplomado como los parpados de muchos ojos para dormir.
John temía entrar. Aunque debía de haber cerca de cincuenta cuartos para vagar, el hecho de que iba a tener que quedarse allí hasta que el sol se pusiera hacia que sintiera a la mansión como una caja de zapatos.
Mientras Qhuinn y Blay se materializaban a su lado, subieron los escalones hacia las enormes puertas dobles y las empujaron hacia el vestíbulo.
Ya dentro, mostró su jeta para revisión en la cámara de seguridad.
Instantáneamente, las cerraduras se abrieron y entró en un vestíbulo que parecía sacado de la Rusia Zarista. Malaquita y columnas de mármol claret soportaba un techo alto con tres escenas pintadas. Marcos y espejos con hojas doradas que generaban y reflejaban una luz amarillenta que enriquecía los colores. Y esa escalera… era como una pista de aterrizaje alfombrada que se estiraba hacia el cielo, la división dorada balaustrada en la cima para formar las anclas del balcón abierto del segundo piso.
Su padre no había reparado en gastos y obviamente tenia un don para lo dramático. Todo lo que necesitabas era un orquesta de fondo y podías imaginar a un rey flotando hacia abajo en toga –
Wrath apareció en lo alto, su enorme cuerpo vestido de cuero negro, su largo cabello negro cayendo alrededor de sus tremendos hombros. Sus gafas de sol envolventes, estaban en su lugar, y aunque estaba a la cabeza de una basta extensión de cáete-en-tu-culo, no miró hacia abajo. No había razón para hacerlo. Sus ojos estaban ahora totalmente ciegos.
Pero él no era invidente. A su lado, George tenía las cosas bajo control. El perro lazarillo estaba en control del rey, los dos unidos por el arnés que iba alrededor del pecho del goleen retriever. Eran los nuevos Mutt y Jeff, un canino buen samaritano con parecido de participante de concurso de belleza y un guerrero brutal que era capaz de abrirte la garganta en un instante. Pero trabajaban bien juntos y Wrath estaba casi enamorado de aquel animal: El perro era tratado como la mascota real que era – al demonio incluso con Iams; George comía lo que fuera que comíera su dueño, lo que implicaba carne en cortes de primera y cordero. Y juran que el retriever dormía en la cama con Beth y Wrath – aunque eso aún tenía que ser independientemente verificado, ya que nadie tenía permitido entrar en los aposentos de la Primera Familia.
Mientras Wrath comenzó a bajar hacia el vestíbulo, caminaba cojeando, resultado de algo que había estado haciendo en el Otro Lado con la Virgen Escriba. Nadie sabía a quien veía o por qué exhibía un ojo morado o un labio roto como regla general, pero todos, incluso John, estaban alegres de las sesiones. Mantenían a Wrath relajado y lejos del campo de batalla.
Con el rey descendiendo, y algunos de los Hermanos viniendo por la puerta que John acababa de usar, necesitaba escapar. Si esas Sombras habían percibido que tenía tinta fresca, la gente juntándose ahí para la última comida lo percibiría en un latido si se acercaban lo suficiente.
Afortunadamente, había un bar en la biblioteca y John fue ahí y se sirvió un trago de Jack Daniel’s. El primero de muchos.
Mientras comenzaba a hacer depósitos en su cuenta, se dejó caer contra el loza de mármol y deseó como el infierno tener una maquina del tiempo – aunque era difícil saber hacia donde elegiría ir adelante o atrás en el tiempo.
“¿Quieres algo de comida?” dijo Qhuinn desde la puerta.
John no miró en la dirección del tipo, sólo sacudo la cabeza y sirvió un poco mas de liquido tranquilizador en su vaso.
“Ok, te traeré un sándwich.”
Con una maldición, John negó nuevamente y señaló, Dije que no.
“¿Asado de res? Bueno. Y robaré algo de pastel de zanahoria para ti. Dejaré la bandeja en tu cuarto.” Qhuinn se dio la vuelta. “si esperas unos cinco minutos mas aquí, todos estarán sentados a la mesa, así que tendrás el paso libre a las escaleras.”
El tipo se fue, lo que significaba pocas posibilidades de darle con el vaso, no había otra manera de expresar su opinión de soy-una-isla.

Aunque realmente, eso seria un verdadero gasto de un buen alcohol – Qhuinn era tan cabezadura, que podías golpear su lóbulo frontal con una palanca y no dejaría ninguna marca en él.
Afortunadamente, el alcohol comenzó a hacer efecto, su lazada aturdidora acomodándose primero en los hombros de John antes de barrer de arriba abajo en su cuerpo. La mierda no hacia nada para acallar su mente, pero sus huesos y músculos se relajaron.
Antes de esperar los sugeridos cinco minutos, John tomó su trago y su botella y subió los escalones de dos en dos. Mientras ascendía las escaleras, las atenuadas voces del comedor lo siguieron, pero era todo lo que había. Últimamente, no había habido muchas risas en las comidas.
Cuando llegó a su cuarto, abrió la puerta y caminó en la jungla. Había ropa tirada en toda superficie concebible – en vestidor, la mecedora, la cama, la TV de plasma. Casi como si su ropa se hubiera tirado sobre todo. Botellas vacías de Jack encima de los dos lados de la mesa del respaldo, y los soldados muertos tirados ahí, apiñándose en el piso y anidando en las sabanas y el edredón.
Fritz y su equipo de limpieza no habían entrado en dos semanas, y al ritmo que iban las cosas, iban a necesitar una excavadora cuando finalmente derribara las puertas para abrirlas.
Desvistiéndose, dejo que su cuero y su camiseta cayeran donde quisieran, pero fue cuidadoso con su chaqueta. Al menos hasta que sacó las armas – después la arrojó en la esquina de la cama. En el baño, comprobó de nuevo sus hojas y después rápidamente limpio sus armas con el kit que acababa de sacar del segundo lavabo.
Seee, había dejado a sus estadares deslizarse mas bajo que los de los chicos de fraternidad, pero sus armas eran diferentes. La utilidad tenia que ser mantenida.
Su baño fue rápido, y mientras frotaba el jabón en su pecho y abdomen, pensó en el pasado cuando incluso en roce del agua tibia sobre su polla era suficiente para ponerlo duro. No más. No había tenido una erección… desde la última vez que había estado con Xhex.
Simplemente no tenía el interés – incluso en sus sueños, lo que era nuevo. Demonios, antes de su transición, cuando el no debería de tener ningún asomo de sexualidad, su subconsciente lo había pateado con toda sorta de caliente y pesado. Y esos festivales de sexo habían sido tan reales, tan detallados, eran como si hubieran sido memorias y no fabricaciones REM-inducidas.
¿Ahora? Todos lo que pasaba en su pantalla interna eran las escenas de persecución de El Proyecto de la Bruja de Blair donde él estaba corriendo en un pánico sin igual pero no sabia que iba tras de el… o si alguna vez iba a estar a salvo.
Cuando salió del baño, encontró una bandeja con un sándwich de asado de res y un trozo tan-grande-como-tú-cabeza de pastel de zanahoria. Nada para beber, pero Qhuinn sabia que estaba tomando su refrescante liquido del Sr. Daniel solo.
John comió de pie frente al buró, tan desnudo como el dia en que nació, y cuando la comido golpeo su estomago, succionando su energía, drenando todo de su cabeza. Limpiando su boca con la servilleta de lino, puso la bandeja afuera en el pasillo y luego se dirigió al baño, donde se cepillo los dientes solo por hábito.
Apago la luz del baño. Apago la luz del cuarto.
El y el Jack se sentaron en la cama.
Exhausto como estaba, no estaba ansiando recostarse. Había una relación inversa entre su nivel de energía y la distancia entre sus orejas y el piso: Incluso aunque estaba bizqueando, el segundo en que su cabeza golpeo la almohada, sus pensamientos comenzarían a girar e iba a terminar bien despierto mirando el techo, contando horas y dolores.
Pulió lo que estaba en su vaso y apoyo sus codos en sus rodillas. En momentos, su cabeza estaba meciéndose, sus parpados cerrándose. Cuando comenzó a irse de lado, se dejo ir aunque no estaba seguro de en que dirección se estaba yendo, hacia las almohadas o hacia el edredón.
Almohadas.
Cambiando sus pies hacia arriba de la cama, corrió los cobertores en sus caderas y tuvo un momento de dichoso colapso. Tal vez esta noche el ciclo se rompería. Tal vez este glorioso hundimiento de alivio lo succionaría en el agujero negro que esperaba. Tal vez el…
Sus ojos se abrieron de golpe y miro la espesa oscuridad.
Nop. Estaba exhausto al punto de estar nervioso, no solo bien despertó… pero alerta como con un ganso-en-el-culo. Mientras se frotaba la cara, se imagino que el estado contradictorio de las cosas era el equivalente cognitivo de abejorros siendo capaces de volar: físicamente mantenido era imposible, y aun así pasaba todo el tiempo.
Rodando sobre su espalda, cruzo los brazos sobre su pecho y bostezo tan fuerte que su mandíbula crujió. Resistente a saber si prender a luz. La oscuridad ampliaba las vueltas de la cabeza en su cráneo, pero la lámpara picaba los ojos hasta que sentía como si tuviera llorando arena. Usualmente, alternaba entre encender el bulbo y apagarlo.
Desde afuera en el pasillo de las estatuas, oyó a Zsadist, Bella y Nalla caminar hacia su cuarto. Mientras la pareja hablaba acerca de la cena, Nalla se arrullaba y gritaba en la manera en la que los bebes lo hacían cuando sus barrigas estaban llenas y sus padres estaban junto a ellos.
Blay camino después. Además de V, el era la otra única persona que fumaba en la casa, así que así era como John sabia que era el. Y Qhuinn estaba conél. Tenia que estar. De otra manera Blay no lo habría encendido afuera de su habitación.
¿Era la venganza por esa recepcionista en la tienda de tatoos y quien podía culparlo?
Hubo un largo silencio ahí afuera. Y después un par de botas finales.
Tohr se iba a la cama.
Era obvio quien era por el silencio mas que por el sonido – las pisadas eran lentas y relativamente livianas para un hermano: Tohr estaba trabajando para tener de nuevo su cuerpo en forma, pero no había sido autorizado para trabajo de campo, lo cual tenia sentido. Necesitaba poner otras cincuenta libras de músculo antes te tener cualquier asunto pie-a-pie con el enemigo.
No habría nadie mas subiendo. Lassiter, alias Sombra Dorada de Tohr, no dormía, así que el angel usualmente se quedaba abajo en el cuarto de billar y veía televisión intelectual. Como pruebas de paternidad en Maury y The People’s Court con el juez Milian y maratones de Real Housewives
Silencio…silencio…silencio…
Cuando el sonido de sus latidos comenzaron a molestarlo, John maldijo y se estiro, prendiendo la luz. Mientras se acomodaba contra las almohadas, dejo caer sus brazos. No compartía la fascinación de Lassiter por la caja idiota, pero todo era mejor que el silencio. Pescando sobre las botellas vacías, encontró el control remoto, y cuando presiono el botón de encendido, hubo una pausa como si la cosa hubiera olvidado para que fuera usada – pero luego destello la imagen.
Linda Hamilton estaba corriendo por el corredor, su cuerpo con fuerte poder. Abajo en el extremo final, un elevador se estaba abriendo… revelando a un niño con cabello oscuro corto y Arnold Schwarzenegger.
John presiono en botón de encendido y mató la imagen.
La ultima vez que había visto esa película había sido cuando Tohr y él la habían vivido juntos… cuando los Hermanos lo habían sacado de su triste y penosa existencia y le habían enseñado quién era realmente… antes de que todas las costuras en ambas vidas se rasgaran.
En el orfanato, en el mundo humano, John siempre había estado al tanto de que era diferente… y los Hermanos le habían dado el “porqué” esa tarde. El vistazo de colmillos lo había explicado todo.
Ahora, naturalmente, había habido un montón de mierda de ansiedad que venia de averiguar que no eras quien o lo que siempre habías asumido que eras. Pero Tohr se había quedado a su lado, solo pasándola y viendo TV, aunque había estado en rotación para pelear y también tenía una shellan embarazada a quien cuidar.
Lo mas lindo que alguien había hecho por el nunca.
Regresando a la realidad, john arrojo el control remoto a un lado de la mesa, giro alrededor, y lleno uno de los espacios. Mientras la ultima media pulgada de bourbon se derramaba, se estiro y recogió una camiseta para secar el desorden. El cual, considerando las ruinas en que estaba el resto del cuarto, era como respaldar una Big Mac con una Coca de Dieta.
Pero como fuera.
Limpio la mesa, levanto las botellas una por una, y abriendo un pequeño cajón para barrer a través de el –
Arrojando una camiseta al suelo, alcanzo y recogió un antiguo libro forrado de piel.
El diario había sido su posesión por casi seis meses hasta ahora, pero no lo había leído.
Era la única cosa que tenia de su padre.
Con nada más que hacer y ningún lugar a donde ir, abrió la cubierta. Las paginas estaban hechas de pergamino y olían a viejo, pero la tinta estaba totalmente legible.
John pensó en esas notas que había escrito a Trez y iAm en Sal’s y se pregunto si su letra y la de su padre eran algo similares. Mientras que las entradas en el diario estaban hechas en Idioma Antiguo no había manera de saber.
Enfocando sus ojos cansados, comenzó solo a examinar como se formaban los caracteres, como las estocadas de tinta se curvaban para formar los símbolos, como no había errores ni tachones, cuan parejas aunque las páginas no tenían líneas, su padre había sido sin duda limpio, incluso en las líneas. Imagino como Darius se doblaba sobre las páginas y escribía a la luz de la vela, cogiendo una pluma bolígrafo…
Un extraño temblor atravesó a John, la clase que lo hacia preguntarse si es que iba a enfermarse… pero la nausea paso mientras una imagen venia a el.
Una enorme casa de piedra no tan diferente a en la que Vivian ahora. Un cuarto equipado con bellas cosas. Una apresurada entrada hecha en estas paginas en un escritorio antes del gran baile.
La luz de vela, calida y suave.
John se sacudió a si mismo y continuo cambiando las hojas. En algún momento desde cuando empezó no solo a medir las líneas de los caracteres, sino a leerlas…
El color de la tinta cambio de negro a café cuando su padre escribió acerca de su primera noche en el campamento guerrero. Cuanto frío tenía. Cuan asustado estaba. Cuanto extrañaba casa.
Cuan solo se sentía.
John empatizó con el macho al punto que parecia difícil que no hubiera una separación entre el padre y el hijo: A pesar de los muchos, muchos años y un continente entero de distancia, era tan difícil que el estuviera en los zapatos de su padre.
Bueno, dah. El estaba exactamente en la misma situación: una realidad hostil con un montón de esquinas oscuras… y sin padres para apoyarlo ahora que Wellsie estaba muerta y Tohr era un fantasma viviente que respiraba.
Fue difícil saber cuando sus parpados se cerraron y se mantuvieron ahí.
Pero en algún punto se quedo dormido con lo poco que tenia de su padre sostenido reverentemente en sus manos.

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