lunes, 24 de mayo de 2010

Lover Mine (Capítulo X)

Capítulo 10

John Matthew se despertó con la mano en su polla. O más bien, se medio despertó. Como fuera, lo que tenía en su palma estaba completamente listo.

En su nebulosa mente, imágenes de él y Xhex lo estaban iluminando desde adentro… Los vio en la cama de ella en ese sótano suyo y había mucho desnudo, él alcanzando sus pechos. Ella se sentía bien y sólida encima de él, su centro caliente y húmedo contra su erección, su poderoso cuerpo arqueándose y liberándose mientras ella se frotaba en donde dolía por penetrarla.

Él necesitaba entra en ella. Necesitaba dejar algo de él atrás.

Necesitaba marcarla.

El instinto era abrumador al punto de la compulsión… y aun así su conciencia picaba mientras se sentaba y toma uno de los pezones de ella en su boca. Mientras toma su carne entre sus labios, succionándolo, acariciándolo con la lengua, mordisqueándolo siempre tan gentilmente, en cierto nivel, él sabia que esto no estaba pasando realmente – y que incluso en una fantasía, estaba mal. No era justo para su memoria, y aun así la visión tenia demasiada realidad y su palma mientras se masturbaba tenia mucho agarre… y el momento era demasiado innegable y eléctrico para darle la espalda.

No había marcha atrás.

John imagino que la rodaba de espaldas y se cernía sobre ella, mirando esos ojos grises metalizados. Los muslos de ella se abrieron a cada lado de su cadera, su exuberante sexo listo para lo que el quería darle, su esencia inundando su nariz hasta que todo lo que supo era ella. Corriendo sus palmas sobre sus pechos y hacia su estomago, se maravillo de lo similares que era sus cuerpos. Ella era mas pequeña comparada con él, pero sus músculos eran los mismos, duros y tonificados, listos para usarse, firmes como hueso cuando estaban comprometidos. Amaba cuan inflexible era ella bajo su suave, tersa piel, amaba cuan fuerte, cuan firme…

La quería como loco.

Excepto que de repente no puedo ir más allá.

Era como si la fantasía se hubiera atascado, la cita se hubiera roto, el DVD se hubiera rayado, el archivo digital estuviera corrupto. Y lo único que había dejado era su atracción y este esguince, éxtasis en el límite que lo iba a volver demente –

Xhex alcanzo su cara y la acunó, y con el gentil contacto, abruptamente lo comando todo, su cabeza y su cuerpo y su alma: Ella lo poseía y todo lo que el era desde sus ojos hasta sus muslos. Él era suyo.

“Ven a mi,” dijo ella, inclinando su cabeza hacia un lado.

Lagrimas volvieron la visión borrosa. Finalmente, iban a besarse. Finalmente, lo que ella le había negado iba a pasar –

Cuando el se inclinó… ella guió su cabeza de nuevo hacia su pezón.

Él sintió un momentáneo aguijoneo de rechazo, pero luego esta rara euforia lo golpeo. La desviación era tan cierta para ella, se imagino que tal vez no era un sueño. Tal vez esto esta realmente pasando. Echando de lado su tristeza, se concentro en lo que ella estaba dispuesta a darle.

“Márcame,” dijo ella en una voz profunda.

Descubriendo sus colmillos, recorrió una afilada punta alrededor de su areola, haciendo círculos, dando golpecitos. Quería preguntarle si estaba segura, pero ella contestó esa pregunta por si misma. En un rápido movimiento, se levantó en el colchón y sostuvo la cabeza de el sobre su piel así que la hirió y un chorrito de sangre se derramó.

John se hecho hacia atrás, con miedo de que la hubiera lastimado… pero no lo había hecho, y mientras ella se arqueaba en una ola erótica, el centellante fuente de su vida hizo que tuviera un orgasmo.

“Toma de mi,” le ordenó mientras su polla se sacudía y pulsos calientes se vertían sobre los muslos de ella. “Hazlo, John. Ahora.”

No tenia que pedírselo dos veces. Estaba cautivado por la perla de rojo profundo que afloraba, y que con graciosa lentitud bajaba por el pálido pecho. Guiando con su lengua, capturo el rastro y lo regreso a casa con un golpecito que termino en su pezón –

Todo su cuerpo temblaba con el sabor de ella, otra liberación se sacudía en él y marcaba la piel de ella mientras caía en la agonía de otra liberación. La sangre de Xhex era audaz y embriagadora en su boca, una adicción totalmente formada en la primera prueba, un destino que nunca querría dejar ahora que estaba ahí. Mientras saboreaba lo que había tomado, pensó que la oyó reír de satisfacción, pero para entonces estaba perdido en lo que ella le había dado.

Su lengua se arrastraba sobre ambos su pezón y el corte y luego sus labios formaron un sello y se amamanto, tomando su oscuro sabor hacia su garganta y a su entrañas. La comunión con ella era todo lo que siempre había querido, y ahora que se estaba alimentando de ella, la alegría lo invadió junto con una energía nuclear que venia a él de la sangre de ella.

Queriéndole dar algo, movió sus brazos hacia abajo para que su mano barriera por su cadera y entre los muslos de ella. Trazando sus tensos músculos encontró su centro… Oh, Dios, ella era resbalosamente suave e infernalmente caliente, lista y dolorida por recibirlo. Y aunque el no sabía un montón de mierda sobre anatomía femenina, dejó que sus gemidos y espasmos le dijeran donde debían ir sus dedos y que debería de hacer.

No tardó demasiado tiempo antes de que con lo que la estaba tocando estuviera tan mojado como lo que estaba tocando y fue entonces cuando deslizó su dedo corazón en la profundidad. Usando su pulgar, masajeo su cima y encontró un ritmo que acompasara a los tirones que estaba haciendo a su pecho.

Estaba llevándola al limite, llevándola con el, dándole tanto como estaba obteniendo, cuando supo que necesitaba mas. El quería estar en ella cuando se viniera. Entonces estaría completo de manera étera, entero dentro de su piel.

Era la dirección y la necesidad de un macho vinculado. Lo que debía de tener en orden para sentirse en paz.

Levantando sus labios del pecho de ella, arrastro su mano de su sexo y se reposicionó para que lustrosa polla estuviera posada sobre sus piernas abiertas. Encontrando sus ojos en ese incendiario momento, acaricio el cabello corto alrededor de su cara. Lentamente, dejo caer su boca hacia –

“No,” dijo ella. “No es de lo que se trata esto.”

John Matthew se levanto de golpe, la fantasía del sueño destrozando su pecho acongojado en frígidas cuerdas de dolor.

Con disgusto, dejo ir su excitación –. Su polla se había marchitado ciertamente, en vista del orgasmo que había salido por la cabeza de la cosa.

No es de lo que se trata esto.

A diferencia del sueño, que había sido totalmente hipotético, esas palabra habían sido las que de hecho le había dicho – y precisamente en ese contexto sexual.

Mientras se miraba su cuerpo desnudo, las emisiones que había tenido, las que había imaginado tener con ella, estaban sobre su vientre y las sabanas.

Porque demonios se detallaban solo como nadie más podía.

Mirando el reloj, vio que se había quedado dormido con la alarma. O más bien no se había preocupado en ponerla. Un beneficio del insomnio era no tenias que reemplazar tu teléfono de todos esos botones que golpeabas.

En la ducha, se lavo rápidamente y comenzó con su polla. Odiaba lo que había hecho en esa zona medio dormido. Se sentía totalmente mal por tocársela, considerando la situación, y de ahora en adelante, iba a dormir en jeans si tenía que hacerlo.

Aunque conociendo su mano, la maldita cosa probablemente terminaría detrás de su cremallera de todas maneras.

Joder, iba a encadenar sus muñecas a la maldita cabecera.

Después de afeitarse, lo cual como el mantenimiento de los dientes eran mas un habito que un orgullo para su apariencia, colocó sus palmas en el mármol y se inclinó para que el agua de la ducha lo mojara, dejando el agua correr sobre el.

Los lessers eran impotentes. Los lessers… eran impotentes.

Colgando su cabeza, sintió un caliente ímpetu en la parte de atrás de su cráneo.

El sexo sacaba todas clases de mala mierda de él, y mientras la imagen de una mugrosa escalera se asomaba como una mancha en su cerebro, abrió sus parpados y se arrastro de nuevo al presente. No era como un logro.

Había recordado lo que le había pasado miles de veces para salvar a Xhex de ser maltratada de esa manera.

Oh… Dios…

Los lessers eran impotentes. Siempre lo habína sido.

Moviéndose como un zombie, salió, se secó, y se dirigió al cuarto para vestirse. Justo cuando se estaba poniendo sus pantalones de piel, su teléfono sonó y se acerco a su chaqueta para sacarlo.

Abriéndolo… encontró un mensaje de Trez.

Todo lo que decía era: 189 st Francis ave 10 esta noche.

Cerrando de golpe el celular, su corazón latió en un brutal intento. Alguna fractura en la base… sólo estaba buscando una pequeña fractura en el mundo de Lash, una fisura, algo de lo que pudiera asirse y volar la maldita cosa en pedazoa.

Xhex bien podría estar muerta, y esta nueva realidad sin ella podría ser su para siempre, pero eso no quería decir que no pudiera vengarla.

En el baño, se ajusto su cartuchera al pecho, se armó, y después de haber agarrado su chaqueta, salió al recibidor. Deteniéndose, pensó en toda la gente que se reuniría escaleras abajo… tan bien como el tiempo.

Las persianas todavía estaban abajo.

En vez de ir a la izquierda hacía la gran escalera y el vestíbulo, fue a la derecha… y caminó silenciosamente a pesar de sus botas.





Blaylock dejo su cuarto poco antes de las seis por que quería comprobar cómo estaba John. Usualmente el tipo daba una vuelta cerca de la hora de la cena, pero no había habido tal. Lo que significaba que estaba muerto o ahogado.

En la puerta de su amigo, se detuvo y se inclinó. Nada al otro lado que pudiera oír.

Después de un sueve golpe no hubo respuesta, saco un que-se-joda y abrió la cosa. Hombre, el lugar parecía saqueado, con ropas en todas partes y una cama que posiblemente podía ser usada como sitio de demolición.

“¿Esta ahí?”

Al sonido de la voz de Qhuinn, se endureció y tuvo que detenerse de girarse hacia él. No había razón. Sabía que el tipo estaría vistiendo algún tipo de playera de Sid Vicious o Nine Inch Nails o Spliknot metida en sus pantalones de cuero. Y que su dura cara estaría afeitada y muy suave. Y que su negro cabello en picos estaría ligeramente húmedo de la ducha.

Blay caminó en el cuarto de John y siguió al baño, imaginando que sus acciones contestarían suficientemente bien la pregunta. “¿J? ¿Dónde estas, J?”

Cuando se abrió paso a todo ese mármol, el aire era denso con humedad y olía a jabón Ivory, el que usaba John. Una toalla mojada estaba en el tocador.

Mientras daba la vuelta para irse, chocó justo con el pecho de Qhuinn.

El impacto era como ser golpeado por un coche y su mejor amigo se estiró para estabilizarlo.

Oh, no, no tocar.

Blay dio un paso atrás rápidamente y miro hacia el cuarto. “Lo siento.” Hubo una pausa incomoda. “No esta aquí.”

Dah.

Qhuinn se inclinó hacia un lado y puso su cara, esa hermosa cara, en la línea de visón de Blay. Cuando el tipo se enderezo, los ojos de Blay lo siguieron por que tenían que hacerlo.

“Ya no me miras.”

No, no lo hacia. “Si, lo hago.”

Desesperado por alejarse de esa mirada verdiazul, se aflojó y fue hacia la toalla. Arrugándola, arrojo la cosa en el bote de ropa sucia, y maldita sea si amontonar no ayudaba un poco.

Especialmente mientras imaginaba que era su propia cabeza la que estaba metiendo en el agujero.

Blay estaba más calmado cuando dio la vuelta. Incluso cuando encontró esos ojos. “Voy a ir a cenar.”

Se estaba sintiendo bastante orgullo de sí mismo mientras caminaba –

La mano de Qhuinn salió volando y aterrizo en su antebrazo, deteniéndolo en seco. “Tenemos un problema. Tu y yo.”

“Lo tenemos.” No era una pregunta. Porque esta era una reunión que no tenía intención de convocar.

“¿Qué demonios te pasa?”

Blay parpadeo. ¿Qué estaba mal con él? El no era el que se follaba lo que fuera que tuviera un agujero.

No, él era el patético idiota que moría por su mejor amigo. Lo que lo ponía en el territorio de yupy-yupy-yupy-de-regreso-a-casa. Algo más cercano a acobardarse y tendría que cargar un pañuelo de Kleenex en su manga para secar sus lagrimas.

Desafortunamente, el flash de enojo se desinflo y lo dejo vacío. “Nada. No hay nada mal.”

“Mentira.”

Correcto. Ok. Esto no era justo. Ellos ya habían estado en este territorio y Qhuinn podía ser una puta pero la memoria del tipo era perfectamente funcional.

“Qhuinn…” Blay se paso una mano por el cabello.

En el momento justo, esa jodida canción de Bonnie Raitt. Se disparo en su cerebro, su rica voz atando…I can’t make you love me if you don’t… You can’t make your heart feel something it won’t …

Blay tuvo que reír.

“¿Qué es tan gracioso?”

“¿Es posible q te castren sin estar al tanto de ello?”

Ahora Qhuinn estaba haciendo la parte del parpadeo. “No a menos de que estés realmente ebrio.”

“Bueno, estoy sobrio. Malditamente sobrio. Como siempre.” Y en esa nota, tal vez necesitaba tomar una página del libro de John y empezar a alcoholizarse. “Creo que debo de cambiar eso, de todos modos. Discúlpame – “

“Blay – “

“No. No puedes decirme ‘Blay’ así.” Clavo los dedos en la cara de su mejor a migo. “Solo haz lo tuyo. Es en lo que eres mejor. Déjame solo.”

Salió, su cabeza enmarañada pero afortunadamente sus pies en el balón.

Tomando el pasillo de la estatuas bajando la gran escalera. Pasó junto a la pieza maestra Greco-Romana, y recorrió con sus ojos esos cuerpos masculinos. Naturalmente, insertó la cabeza de Qhuinn en cada uno de ellos –

“No tienes que cambiar nada.” Qhuinn estaba justo detrás de él, las palabras bajas.

Blay siguió las escaleras mirando hacia abajo. El bostezo, resplandeciente vestíbulo ante el era un regalo que abrías con tu cuerpo mientras entrabas, cada paso al frente llevándote a un abrazo visual de color y oro.

El lugar prefecto para una ceremonia de emparejamiento, pensó sin ninguna razón en particular.

“Blay. Vamos. Nada ha cambiado.”

Miró sobre su hombro. Las cejas perforadas de Qhuinn era fuertes, sus ojos fieros. Pero tan evidente era que el tío quería seguir hablando como que Blay ya había terminado.

Comenzó a bajar los escalones, moviéndose rápidamente.

Y fue del todo una sorpresa cuando Qhuinn golpeó con el – y la conversación. “¿Qué demonios se supone que significa eso?”

Oh, cierto, como si ellos necesitaran hacer esto enfrente de la gente en el comedor. Qhuinn estaba bien con las audiencias para todo tipo de cosas, pero Blay no encontraba las galerías útiles en lo más mínimo.

Retrocedió dos escalones, hasta que estuvieron cara-a-cara. “¿Cuál es su nombre?”

Qhuinn retrocedió. “¿Disculpa?”

“El nombre de la recepcionista”

“¿Qué recepcionista?”

“La de anoche. En la tienda de tatoos.”

Qhuinn hizo rodar sus ojos. “Oh, por favor –“

“Su nombre.”

“Dios, no tengo una jodida idea.” Qhuinn puso sus palmas hacia arriba, el lenguaje universal para lo que sea. “¿Por qué importa?”

Blay abrió la boca a punto de decir en voz alta que lo que no significaba nada para Qhuinn para él había sido todo un infierno de ver. Pero entonces supo que sonaría posesivo y estúpido.

En vez de hablar, alcanzó su bolsillo, saco sus Dunhills, y tomo uno. Colocándolo en su boca lo encendió mientras miraba esos ojos desiguales.

“Odio que fumes.” Murmuro Qhuinn.

“Supéralo.” Dijo Blay, dando la vuelta y bajando de nuevo.

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