jueves, 20 de mayo de 2010

Lover mine en Español (traducción muy aceptable)

Queridos y queridas, en este blog os voy a dejar una traducción bastante decente de Lover mine. Hay que reconocer que algunas traducciones cuesta trabajo entenderlas pero he conseguido esta que por lo menos se comprende. Os dejo el prólogo pero tengo hasta el capítulo 8. Prometo ir colgando capítulos con cierta rapidez así que no desesperéis. Muchos mordiscos a todos y todas.

Lover Mine (Mi amantes)

Prólogo

Campo de guerra de Bloodletter. El viejo país 1644

Lamentaba no tener mas tiempo aunque la verdad ¿qué cambiaría con eso? El tiempo sólo importa si se usa para algo, y él ya había echo todo lo que podía en aquel lugar.

Darius, hijo engendrado de Tehrror, hijo abandonado de Marklon, estaba sentado sobre el suelo cubierto de suciedad con su diario abierto sobre las rodillas y una vela de cera de abeja delante de él.

Su única luz era una pequeña llama que se balanceaba con la mínima brisa y “su habitación” era la esquina mas alejada de la cueva. La ropa que llevaba era de cuero, perfecta para la batalla, y sus botas de combate eran del mismo material. En su nariz se mezclaban el olor a sudor masculino, a tierra acre y el dulce aroma de la sangre de lesser.

Con cada aliento parecía que la peste aumentaba.

Hojeando las páginas del pergamino retrocedió en el tiempo, retrocedió los días uno por uno hasta que ya no se encontraba en el campo de batalla.

El añorar su casa le producía un dolor físico. Su estancia en aquel campo era como una amputación más que una reubicación.

Había crecido en un castillo donde la elegancia y la gracia eran la tela misma de la vida, dentro de las fuertes paredes que protegían a su familia de lessers y humanos por igual, las noches eran cálidas y cómodas y los meses y años pasaban con facilidad y ocio. Los 50 cuartos por los cuales vagaba a menudo estaban decorados con satenes, sedas y muebles hechos de la madera más preciosa. Los óleos que brillaban en sus marcos dorados y las estatuas de mármol en posturas solemnes eran un platino que se ponía para anclar una existencia de diamante.

Entonces era inconcebible pensar que terminaría en un lugar como en el que estaba ahora.

Hubo sin embargo, una debilidad vital en su vida: El corazón de oro de su madre que le había dado el derecho de crecer bajo ese techo y de ser mimado dentro de ese hogar. Y cuando aquel órgano vital lleno de cariño se había parado, Darius había perdido no sólo a su virtuosa mahmen, sino también el único hogar que había conocido.
Su padrastro lo había expulsado y relegado aquí producto de una enemistad oculta durante mucho tiempo y que, en cuanto vio la oportunidad, no tardó en revelarse.
No hubo tiempo para afligirse por su madre, ningún momento para darle vueltas al abrupto odio que sentía por el macho que se quedó con todo, ningún tiempo para valorar la identidad que tenía en la glymera por ser macho de buena cría.
Lo dejaron caer repentinamente en este hoyo como un humano que ha sucumbido ante la plaga.
Y las batallas comenzaron antes de que le entrenaran para matar a sus asesinos.
En su primera noche-día dentro del vientre de este campo fue atacado por los aprendices que vieron en su ropa de multa, el único juego que le habían permitido tomar, como prueba de su debilidad.

Por eso se sorprendieron – como él.

Durante esas horas oscuras aprendió, al igual que ellos que, aunque hubiese sido criado por un macho aristocrático, Darius tenía en su sangre los componentes de un guerrero y no sólo era un simple soldado. Era un hermano.
Sin ser enseñado, su cuerpo sabía qué hacer y había respondido a la agresión física con el glacial de la acción, incluso su mente luchó con la brutalidad de lo que hacía. Sus manos, pies y colmillos conocían con precisión cual era el esfuerzo necesario.


Era el otro lado… desconocido, que estuvo encerrado dentro del cristal emplomado y que se parecía más a su “Yo” que el que había considerado por tanto tiempo.
Al pasar los días, su lucha había mejorado…aun más, y el horror por lo que era había disminuído.
Pero la verdad es que no tenía ningún otro camino que seguir. La semilla que estaba en él y que también estuvo en su padre, en el padre de su padre y en el padre de su abuelo, determinó su piel, sus huesos y músculos. Era el linaje de guerrero puro que lo transformaba en una fuerza poderosa. Y en un opositor mortal.
Realmente encontraba inquietante tener esa otra identidad. Era como tener dos sombras en la tierra. Como si en cualquier lugar en el que estuviese hubiera dos fuentes luminosas separadas que alumbraban su cuerpo y sin embargo lo conducían de una manera tan asquerosamente violenta que ofendía la sensibilidad que le habían enseñado.
Sabia que lo que era le daba la posición más alta y eso lo había salvado repetidas veces de los que procuraban dañarlo dentro del campo y del que parecía desear su muerte.
La verdad, el Bloodletter era supuestamente su whard, pero actuaba más bien como un enemigo, aun cuando lo instruyó en los caminos de la guerra. O quizás ese era el punto, la guerra era fea, no importaba la faceta que se mostrara. No importaba si era la preparación o la participación.
La enseñanza del Bloodletter era brutal y sus dictados sádicos, las acciones de las cuales Darius no tenia parte.
Darius era siempre el ganador en las peleas de aprendices…. Pero él no violaba a los perdedores, que era el castigo impuesto. Él era el único cuyo rechazo tuvo honor. Su negación había sido desafiada una vez por el Bloodletterpero pero cuando Darius casi lo golpea no volvió a acercarse otra vez.

Los perdedores, entre los que se contaba casi todo el campo, eran castigados por otros, y era durante estas veces, cuando el resto del campo estaba ocupado por el espectáculo, que él tomaba el consuelo de su diario.

No podía mirar el hoyo de fuego principal encendido para una de las “sesiones”.
Odiaba esto, odiaba esto, por su culpa estaba pasando una vez mas… pero no tenia opción, Tenia que entrenarse, tenia que luchar y tenia que ganar. Y el resultado de esta ecuación estaba determinado según la ley del Bloodletter.

Desde el hoyo de fuego el ruido de gruñidos y aplausos se elevó.
Los sonidos hacían que le doliera el corazón y tuvo que cerrar los ojos. En lugar de Darius el que llevaba a cabo el castigo era un macho vicioso, fuera del molde de Bloodletter. Con frecuencia decidía tomar parte en el castigo para llenar el vacío del campamento con dolor y humillación. Pero ya no sería mas así. Al menos no por culpa de Darius.
Esta noche sería su prueba. Después de entrenarse durante un año, saldría junto a los guerreros, los hermanos.
Esto era un honor raro – y un signo de que la guerra con la sociedad era, como siempre, horrible.
La experiencia innata de Darius había ganado. El rey ordenó que lo sacaran del campo y que fuese educado por los más grandes guerreros que tenía la raza.
La Hermandad de la Daga Negra.
Pese a todo, si esta noche demostraba ser capaz únicamente de luchar como los otros aprendices, sería desechado en esta cueva para recibir más de la “enseñanza” del Bloodletter. Los hermanos no darían otra oportunidad. Si fallaba, sería relegado a servir como un soldado.
Sólo tenías una posibilidad con la Hermandad y la prueba, esta noche iluminada por la luna, no era sobre estilos bélicos o armamento. Era una prueba de corazón. Debería examinar los ojos del enemigo, inhalar su aroma dulzón y mantener su cabeza tranquila mientras su cuerpo actuaba contra los asesinos –

Darius levanto los ojos de las palabras escritas en el pergamino.
En la entrada de la cueva estaban de pie cuatro hombres, altos gruesos y pesadamente armados.
Los miembros de la Hermandad.
El conocía los nombres del cuarteto: Aghony, Trohe, Murhder y Thorture.
Darius cerró su diario y lo deslizó en la grieta de la roca, se lamió la herida de la muñeca que se había hecho para crear la “tinta”.

Su pluma, hecha de pluma de faisán, fallaba y no estaba seguro si alguna vez volvería a usarla, pero también la metió por si acaso.
Recogió la vela y la llevó hasta su boca donde la calidez de la luz lo golpeo. Había pasado tantas horas escribiendo con esa iluminación tan amable, suave… de hecho, le parecía el único lazo entre su vida del pasado y su existencia corriente.

Apagó la pequeña llama con un solo aliento.

Recogió las armas que estaban a sus pies: una daga de acero que consiguió del cuerpo frío de un aprendiz muerto, y una espada que era del puesto de armas de entrenamiento general. No tenía empuñadura para la palma, pero su mano de manejo no se preocupó.
Caminó hacia los hermanos quienes no le ofrecieron ningún saludo. Lamentaba que entre ellos no estuviera su verdadero padre. ¿Que tan diferente se sentiría si a alguno de los hermanos le preocupara su resultado?: No miró al cuarteto, ni busco una señal especial, pero se sentía solo, completamente aparte de aquellos que lo rodeaban, separado por una división invisible.
Se podía ver a través de este muro pero nunca cruzar.
Estaba sin familia en una prisión extraña, los barrotes eran la soledad, y ahora, el miedo infundado era más fuerte que todos los años de experiencia acumulada. Se sentía aislado, tanto que sentía que podía alargar la mano y tocar el vacío de su pecho. Y el vacío también podía tocarlo a él.
Darius no miró hacia el campamento mientras caminaba hacia los cuatro que venían por el. El Bloodletter sabía que se iba del campo y al parecer no le preocupaba si volvía de nuevo y los otros aprendices pensaban de la misma manera.
Lamentaba no tener mas tiempo para alistarse para la prueba, le faltaba la fuerza y el coraje pero estaba aquí y ahora. El tiempo avanza aunque uno quisiese que fuera más lento.
Parado ante los hermanos anheló alguna palabra fresca, un buen deseo o una promesa de fe de alguien. Como no llegaba nada, ofreció una breve plegaria a la madre sagrada de la raza: Querida virgen escriba. Por favor déjame no fallar en esto.

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